Ramírez Marín, ¿el fiel de la balanza?
El próximo proceso electoral si una peculiaridad tendrá, sin duda es que será muy competido.
Es un hecho que los partidos participantes se disputarán con uñas y dientes el favor del electorado.
Para ello, se valdrán de múltiples estrategias para llamar la atención y sus políticas de marketing, así como las alianzas que establezcan con medios de comunicación serán fundamentales.
Pero amén de ello, la operación política a ras de tierra y el contacto directo con la gente, revisten un significado determinante. Aquí es donde cobran especial significación las estructuras y redes partidistas existentes y creadas con antelación.
Todos en nuestro país sabemos que si hay un partido que antaño se preocupó por crear estructuras, donde cupieran y estuvieran representados todos los sectores sociales, este es el PRI.
Obreros, campesinos, sociedad en general, mujeres y jóvenes, todos tenían un lugar en la estructura partidista. Todos los sectores tenían voz y recibían una cuota en posiciones de elección popular. A partir de estas premisas, el PRI sobrevivió a través del tiempo y consolidó su presencia.
Los colores del PRI tenían presencia a través de las jefaturas de manzana, sección, estructuras distritales, municipales, estatales y federales. No se dejaba nada sin cubrir.
Con el auge del presidencialismo y la excesiva concentración de poder en manos del titular del ejecutivo, los sectores perdieron vigencia, la sociedad dejó de sentirse representada y los organismos partidistas pasaron a segundo plano, opacados por la voluntad del mandatario y la gente le fue dando la espalda al priismo.
No obstante, las estructuras permanecían y otros partidos se aprovecharon de ellas, convenciendo a quienes formaban parte de ellas, incluso a veces para ir generando las propias.
Al día de hoy, el PRI es un completo desastre, la confusión, el desconcierto y el desánimo prevalecen. Es Ramírez Marín uno de los pocos liderazgos que logran mantener la lealtad y la confianza de las bases del tricolor.
Pero la red de estructuras priista, fue tan bien hecha, resulta tan intrincada, que permanece, ahí está, en espera de ser nuevamente requerida y ponerse al servicio de quien le inyecte recursos, que es la esencia misma de su operatividad y funcionamiento.
En nuestra entidad si alguien se ha preocupado por crear estructura, es el senador priista Jorge Carlos Ramírez Marín.
El legislador tricolor tiene un nutrido grupo de simpatizantes en el tricolor. Su presencia puede palparse a lo largo y lo ancho de todo el territorio de Yucatán. Su fuerza electoral puede estimarse en alrededor de ochenta mil a cien mil votos o incluso tal vez más.
Jorge Carlos ha sido inteligente y creativo y hay que admitir que ha sabido ganarse la atención, el cariño y la lealtad de la gente. No es casual que en todo el país, haya sido el único priista que obtuvo su lugar por votación popular.
En el pasado proceso electoral, pese a los malos resultados del PRI, Jorge Carlos volvió a dar noticias de su fuerza, con un meritorio segundo lugar en Mérida, que matizo el innegable crecimiento de MORENA en Yucatán.
El panismo debe en buena parte sus resultados electorales actuales, a Ramírez Marín que logró contener la migración de votos priistas a otros partidos. Esto es una realidad insoslayable, lo admitan o no. El PRI si todavía existe y tiene vigencia en nuestra entidad, se debe en buena medida a Ramírez Marín, lo admitan o no.
No obstante lo anterior, a pesar de su innegable valor, la fuerza del senador priista, no alcanza por si sola para ganar una elección estatal, pero si puede contribuir a definirla de manera decisiva.
Jorge Carlos es inteligente y sabe que debe de hacer crecer sus adeptos. En ello trabaja de manera constante. Pero es consciente que el éxito de su proyecto en esta próxima elección depende de las alianzas.
Pero bien puede definir el rumbo de una elección cerrada, como se espera que sea la de 2024 con su apoyo. Jorge Carlos (no el PRI), puede constituirse de este modo, en el fiel de la balanza. Esto debieran tenerlo en cuenta, panistas y morenistas.
Es menester para los panistas recordar, que en la primera administración municipal de Renan Barrera, Ramírez Marín gestionó recursos cuantiosos para el ayuntamiento de Mérida.
En el proceso electoral pasado, Ramirez Marín al convocar al priismo, impidió que los votos se fueran a MORENA, situación que quiérase o no, se tradujo en el triunfo panista.
Y para las elecciones venideras, contar con la fuerza electoral de Ramirez Marin puede ser definitivo para el triunfo panista (léase de Renán Barrera, que es el aspirante más fuerte).
Si yo pudiera dar un consejo a Renán Barrera, le sugeriría buscar de inmediato un acuerdo con Ramírez Marín (más en los tiempos que corren).
Por otro lado, en MORENA no deben perder de vista el afecto que dispensa el legislador yucateco a figuras de su partido, como Ricardo Monreal.
Los morenistas debieran tener en cuenta que Ramirez Marín es un hombre de acuerdos y que sabe generar consensos. La secretaria de energía Rocío Nahle puede dar fe de ello, toda vez que a instancias del senador yucateco se convenció de iniciar su programa de paneles solares.
Unos y otros (PAN y MORENA) debieran tener oportunidad de reflexionar en lo planteado en estas líneas. Ramírez Marín (no el PRI) puede ser el fiel de la balanza.
Seguimos pendientes…