Luis y María Beltrame, la historia del primer matrimonio beatificado
Los Beltrame eran italianos y sus vidas transcurrieron en la primera mitad del siglo XX. Tuvieron cuatro hijos y aunque la alegría era constante, no siempre fue así.
El cuarto embarazo de María fue difícil. El consejo médico fue abortar, pero se negaron. Por el delicado estado de salud de María, Luigi se hizo cargo de sus otros tres hijos durante los siguientes meses, cosa rara para la época.
Finalmente, Enrichetta nace en 1914 sin graves complicaciones. Fuera del peligro, Luigi no abandona su papel como un padre activo, sino que seguirá estando presente en la vida de sus hijos, al igual que María.
Los esposos Beltrame fueron conocidos por involucrarse en organizaciones religiosas. Fueron grandes promotores de los Scouts en Italia e, incluso, durante la Segunda Guerra Mundial asistieron a al menos 150 personas que huían de la persecución nazi.
Son considerados los iniciadores de la pastoral familiar en la diócesis de Roma. María incluso dejó escritos sobre la Eucaristía, la educación de los hijos y el matrimonio. Son documentos que siguen siendo consultados por las familias de hoy.
Ambos se conocieron en Roma en 1902. Tuvieron cuatro hijos, a los que transmitieron su amor a Cristo. El matrimonio salvó más de 150 vidas de la persecución nazi
El matrimonio de Luis y María Beltrame Quattrocchi, una pareja de Roma que fue beatificada por el Papa Juan Pablo II en 2001, será patrono del X Encuentro Mundial de las Familias que se celebra del 22 al 26 de junio.
«Con gran alegría os anuncio, de acuerdo con el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, que los beatos Luigi y María Beltrame Quattrocchi serán los patronos del X Encuentro Mundial de las Familias, que tendrá lugar en Roma del 22 al 26 de junio de 2022″, ha escrito el cardenal vicario Angelo De Donatis en una carta dirigida a la diócesis para preparar el Encuentro que se inaugura el 22 de junio.
Se trata del primer matrimonio beatificado por la Iglesia Católica, el 21 de octubre de 2001, bajo el pontificado de Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro, en presencia de sus hijos Tarcisio, Paolo y Enrichetta. «La historia de toda la familia, que pasó la mayor parte de su vida en Roma, sigue apareciendo hoy como un testimonio auténtico, creíble y actual del amor conyugal», ha señalado De Donatis.
Fueron los creadores de la primera experiencia de itinerarios vocacionales para ayudar a los jóvenes a comprender la belleza y la importancia del sacramento del matrimonio o para orientarlos hacia la elección de la vida consagrada. En este sentido, fueron los iniciadores de la Pastoral Familiar en la diócesis de Roma.
La historia de amor del matrimonio de Luis y María Beltrame Quattrocchi
Luis era natural de Catania y ella de Florencia. Ambos iniciaron sus caminios tras conocerse en Roma en 1902, cuando tenían 22 y 18 años respectivamente.
En la capital italiana, Luis se había ido a vivir con su tío, que lo había adoptado y de quien había heredado el segundo apellido: Quattrocchi. Allí completó sus estudios de Derecho, que sucesivamente le llevarían a hacer carrera como Fiscal general del Estado. Poco practicante, un buen dìa se sintió muy atraído por el entusiasmo y la inteligencia de quien sería su esposa, María, que era estudiante de idiomas y amante del arte y la literatura.
Ambos tenían un carácter fuerte que a menudo les llevaba a discutir, pero pronto comprendieron que se amaban y que querían vivir juntos por siempre. A través de la oración intuyeron lo que habrían confirmado en los años venideros: era el Amor de Dios quien los acompañaba en su enamoramiento y en su mutua atracción, que encontraría su plena realización en el amor conyugal y familiar.
De este amor nacieron sus cuatro hijos: Felipe, Estefanía, César. El último embarazo fue especialmente problemático debido a una placenta previa que puso en riesgo la vida del feto y de la madre. La pareja se negó a abortar y en 1914 nació Enriqueta.
La fe de la familia animó al matrimonio a participar activamente en la misa cotidiana, a rezar el rosario por la tarde y a hacer adoración por la noche.
El compromiso social de la pareja se encarnó en diversas formas. Por ejemplo, en su constante servicio como voluntarios en la UNITALSI, donde él fue camillero y ella enfermera, y casi siempre juntos acompañaban con gran entrega a los enfermos en sus peregrinaciones a Lourdes y Loreto. También fueron Terciarios franciscanos y durante las dos Guerras mundiales hicieron todo lo posible por asistir a los soldados y civiles heridos. En contacto permanente con la Abadía de Subiaco, salvaron más de 150 vidas de la persecución nazi.
Tras medio siglo de vida juntos, Luis falleció en 1951 ya debilitado por un infarto. El dolor de María por la separación fue inmenso, pero encontró consuelo en el afecto de sus hijos y amigos, en la oración y en la unión con Dios. Catorce años más tarde, el 26 de agosto de 1965, María se reunió con él en el Cielo.