Yucatán

Pontó, la corcholata de Celestún

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El alcalde de Celestún, José Ramírez alias «Pontó», es una persona que ha causado consternación en las filas del panismo, debido a su mala conducta y los excesos que realiza.

Al conocido anteriormente en su municipio como Pontó (pelícano), le han cambiado el mote por la corcholata, no porque se haya convertido en morenista y sea una de las alternativas políticas de López Obrador, sino porque vive pegado a la botella.

Los escándalos protagonizados por la corcholata Pontó ya se han hecho célebres en Celestún y han desatado las hablillas en ese pequeño municipio.

Lo desconocemos absolutamente, refirieron pescadores de la localidad. José era un buen compañero, pero desee que ganó la alcaldía comenzó a excederse con la bebida y hoy día es incapaz de mantener la sobriedad después de cierta hora, señalaron.

Comerciantes de la localidad hicieron notar la súbita transformación del primer edil, que de ser sencillo y accesible, se ha transformado en un tipo malhumorado y elusivo, que se vive quejando de no tener dinero, como para desalentar a cualquier persona que pretenda recurrir a él, en busca de apoyo

El mayor problema de Pontó, nos cuentan, son sus asesores que están haciendo buenos bisteces nos indican. Seguro es la mala influencia que ha propiciado un cambio tan drástico en la personalidad de José, nos comentan.

Más aún, empleados del municipio nos relataron que en una reciente visita de Julián Zacarías a la localidad, los allegados del municipe pasaron graves aprietos, pues debieron hacer maravillas para bajarle la borrachera y dejarlo en condiciones adecuadas para presentarse ante el visitante.

Los empleados municipales bromearon diciendo que cuando sale a visitar gente, el Alcalde no es capaz de sostener por sí mismo la sombrilla que usa para protegerse del sol, para que no se vea lo tembloroso de su pulso. Por eso es que otra persona, debe cubrirlo, destacaron entre risas.

Merced a su desmedida afición por las bebidas con contenido etílico, es que la corcholata Pontó prefiere enviar representantes a los eventos y dar rienda suelta a sus debilidades.

De igual modo, pudimos saber que la administración municipal es un desastre, que los proveedores se quejan de que les pagan a seis y siete meses y que incluso las facturas de profesionistas a los que recurre el Ayuntamiento para brindar diversos servicios, están infladas de manera más que burda.

Hay preocupación en el panismo de la localidad, que siente que la alcaldía puede perderse en los próximos comicios, debido a la desidia y desinterés del alcalde por el cumplimiento de sus funciones.

Tal vez incluso no esté lejano el momento en que el escándalo en Celestún sea de tal magnitud, que el congreso del estado se vea en la necesidad de intervenir y decretar la desaparición de poderes en el municipio. Ello significaría la debacle absoluta para el hasta hoy presidente municipal.

Es momento de cambiar o el desastre es inminente. Pontó debe entender que el Palacio Municipal es una oficina pública y no un bar con todo incluido.

Seguimos pendientes…

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