La violencia en Progreso, incontrolable
Volvemos a insistir en el tema. Mientras Julián Zacarías se retrata con familiares y mascotas, disfrutando su mundo de caramelo, Progreso se debate en medio de una ola de violencia e inseguridad, que cada día que pasa, preocupa más a sus habitantes.
Al parecer para el flamante alcalde del puerto, gobernar es algo tan simple como dejarte fotografiar, visitar lugares y abrazar personas, en vez de tratar de satisfacer las necesidades de la gente que lo requiere.
Y mientras Julián Zacarías y el Ayuntamiento de Progreso hacen algo tan absurdo como criar cerdos en una playa, la criminalidad se apodera de las calles de la vecina ciudad y puerto, generando gran sobresalto entre sus habitantes.
Porque ya no es posible dejar de notar que la violencia ha rebasado límites y es cada día más frecuente escuchar de apuñalados, pleitos y balaceras, con un saldo rojo que va en constante ascenso.
Queremos reiterar que esta cuota de violencia y de sangre se ha incrementado porque las autoridades municipales, que son en primera instancia las directamente responsables, poco o nada han hecho para frenar la delincuencia.
Por el contrario, son sus mismos elementos y su titular, quienes se sabe, andan involucrados en actividades ilícitas y peor aún, son los primeros en causar peligro y desasosiego entre la ciudadanía, a través de su quehacer ilegal.
Hasta ahora, Julián Zacarías y sus secuaces se han limitado a esconder la basura bajo la alfombra, tratando de que no trasciendan las noticias de nota roja que se suscitan en Progreso. Para ello Julián destina grandes cantidades de dinero para mantener sometida y en silencio a la prensa e incluso con descaro, se prodiga premios de papel y elogios.
Pero todo esto cambiará el día que los acontecimientos alcancen el malecón y la zona habitacional veraniega y ya sea imposible ocultar la gravedad de los hechos y que estos trasciendan.
Lo peor será que cuando se llegue a esos extremos, tendremos seguramente muchas cosas que lamentar, seguramente la pérdida de vidas o el daño patrimonial ocasionado a alguna persona o negocio.
Urge que la oposición en Progreso se ponga las pilas y exija al alcalde que cumpla con su obligación de proporcionar seguridad seguridad a los habitantes de la comunidad.
Urge que las agrupaciones y clubes de servicio exijan al primer edil que haga prevalecer la ley en la localidad y que cumpla con sus obligaciones como servidor público.
Lo que es un hecho es que los progreseños ante la gravedad de los acontecimientos que se han suscitado, es altamente improbable que vuelvan a apoyar los disparates del integrante de la casta beduina y sin duda buscarán mejores horizontes.
Seguimos pendientes…