Et Verbum caro factum est
Por Roberto Atocha Dorantes Sáenz (abogado y filósofo)
Un año más que está a punto de culminar y hemos vivido de nuevo el recuerdo de la natividad de Jesucristo, tanto para el creyente como para el no creyente el nacimiento del Dios hecho hombre es un evento que marca la historia de la humanidad.
El nacimiento del Hijo de Dios, para las nuevas generaciones forma parte de los mitos y cuentos de los abuelos, hay un acto de egocentrismo el considerar este evento como un producto de la imaginación religiosa de nuestros antepasados. En gran parte se lo atribuyo a la ignorancia en el tema y en la historia más que mala voluntad.
La historia es una ciencia, que nos narra los hechos que sucedieron en el pasado, existen las fuentes confiables que demuestran la veracidad de los eventos que nos narra. Estas fuentes son los monumentos, los libros, la tradición oral, la arqueología, entre otras. Una de las principales fuentes de la vida de Jesucristo son los evangelios.
El evangelista Lucas nos narra el nacimiento de Jesucristo: “Por aquellos días se promulgó un edicto de César Augusto, mandado empadronar a todo el mundo. Este fue el primer empadronamiento hecho por Cirino, gobernador de la Siria. Y todos iban a empadronarse, cada cual a la ciudad de su estirpe. José, pues, como era de la casa y familia de David, vino desde Nazaret, ciudad de Galilea, a la ciudad de David llamada Betlehem o Belén, en Judea, para empadronarse con María su esposa, la cual estaba encinta”.
“Y sucedió que, hallándose allí, le llegó la hora del parto. Y tuvo a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo recostó en un pesebre, porque no hubo lugar para ellos en el mesón” Lucas 2,1-7).
Este evangelio fue escrito por Lucas en los años de los setenta después de Cristo, dirigido a los cristianos provenientes del paganismo, por tal motivo fue redactado en griego.
La leyenda negra sobre la Iglesia Católica ha marcado una etapa de la historia como la era del “oscurantismo”, es decir desde el siglo tercero hasta el renacimiento, llamarle a la edad media como la era oscura, es producto de los librepensadores del siglo XVIII, denominado y cacareado por ellos mismos como el siglo de las “luces”, todo por el rechazo a la fe, y la exaltación de la razón, recordemos que este siglo es consecuencia del período conocido como la ilustración, el de los enciclopedistas, que trae luego el positivismo en la ciencia y el relativismo en la filosofía. Es decir, todos estos movimientos que se declaran abiertamente anticatólicos quieren acabar la doctrina de Cristo, haciendo a un lado a la Iglesia y declarando el estado laico.
Se le da un predominio al método científico reduciendo a la “verdad” como todo aquello que es comprobable, es decir, todo lo que se puede pesar y medir, este fenómeno sociológico no solamente vino en detrimento de la fe, sino también de la filosofía, sobre todo, a la rama de la metafísica.
Enemigo según la RAE lo define como contrario, persona que tiene mala voluntad a otra, o le desea mal, Jesucristo afirma en el evangelio de Mateo 12,30: “quien no está conmigo está, en contra de mí”, de manera analógica y literal, podemos afirmar que los que están en contra de Jesucristo son sus enemigos. Me queda claro que la historia es aleccionadora, hay una lucha de poder temporal entre las instituciones financieras y políticas, sin embargo, hablar de Jesucristo es claro que estamos ante otro orden que no temporal, “Mi reino no es de este mundo”, sin embargo, la salvación de las almas viene de Cristo, como afirma San Pablo: pero lo que hace brillar más la caridad de Dios hacia nosotros, es que cuando éramos aún pecadores o enemigos suyos, fue cuando al tiempo señalado, murió Cristo por nosotros; luego es claro que ahora mucho más estamos justificados por su sangre, nos salvaremos por él de la ira de Dios. Que si cuando éramos enemigos de Dios fuimos reconciliados con él por la muerte de su Hijo, muchos más estando ya reconciliados, nos salvará por él mismo resucitado y vivo. (Romanos 5. 8,10).
Et Verbum caro factum est, Y el Verbo se hizo carne, este es uno de los dogmas del cristianismo más difíciles de creer para los ateos, junto con la resurrección de Cristo. un Dios humanado, un dios débil, desconocido, pobre, despreciado en el pesebre de Belén, que vino a traer paz y alegría a los hombres de buena voluntad. El único de los evangelistas que vuela como águila hacia la divinidad de la segunda persona es el evangelista San Juan, este es un tratado cristológico, probablemente el apóstol San Juan lo escribió al final del primer siglo es decir en los años 95-100 después de Cristo.
A pesar de todos los intentos de querer nulificar la influencia de la doctrina de Cristo en la humanidad vemos que sigue viva su palabra. Et Verbum caro factum est, la segunda persona de la Santísima Trinidad hecho carne. Me quedo meditando las oraciones de la misa de la Natividad del señor que causan una gran alegría, paz y gozo del alma: “un niño nos ha nacido y un hijo se nos ha dado que lleva sobre sus hombros el imperio y será su nombre Ángel del gran Consejo. Canta al señor un cántico nuevo porque ha hecho maravillas”. (Introito de la misa de la natividad del Señor).