Fidelidad en la tempestad
«Si tenemos que sufrir el martirio moral que supone ser en cierto modo despreciados y reprendidos por los que deberían ser nuestros padres en la fe, pues bien, afrontemos ese sufrimiento y antes que nada guardemos la fe.»
Si nosotros tenemos que sufrir, pues bien, ¡suframos por nuestra fe! No somos los primeros: ¡cuántos mártires antes que nosotros sufrieron por guardar la fe! Dios lo quiere y también la Santísima Virgen, que es nuestra madre.
Como somos de la familia de la Virgen, queremos guardar la fe que Ella siempre profesó. ¿Hay en el corazón de la Virgen algo que no sea el nombre de Nuestro Señor Jesucristo?
Pues bien, nosotros también queremos tener en nuestros corazones un solo nombre, el nombre de Jesús, al igual que la Santísima Virgen.
Estamos seguros de que un día la verdad volverá. No puede ser de otro modo, pues Dios no abandona a su Iglesia.
Por eso, sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguimos nuestra obra de formación sacerdotal a la luz del magisterio de siempre, convencidos de que no podemos prestar mayor servicio a la Santa Iglesia católica, al Sumo Pontífice y a las generaciones futuras.
Obrando así, con la gracia de Dios, el socorro de la Virgen María, de San José y de San Pío X, estamos convencidos de que seguimos siendo fieles a la Iglesia Católica y Romana y a todos los sucesores de Pedro, y de que somos los fieles dispensadores de los misterios de Nuestro Señor Jesucristo en el Espíritu Santo”.
+ Monseñor Marcel Lefebvre