Las habladas de Julián
Definitivamente estar cerca de los ciudadanos es una de las muchas obligaciones que adquiere cualquier persona que se postula y accede a un cargo público.
Escuchar a la ciudadanía, ser consciente de sus necesidades y aspiraciones, es lo que permite a un gobierno hacer diferencia y servir con más eficacia, toda vez que será capaz de atender los requerimientos más sentidos de la población.
Los funcionarios públicos deben tener siempre pendiente (la verdad es que suelen olvidarlo) que la gente les otorga un voto de confianza, para que se hagan cargo de aquello que de manera evidente no puede hacerse de manera individual y que implica como regla básica mandar, obedeciendo.
Por lo menos en la teoría así debía de ser. Porque en la práctica, muchos gobernantes convocan a los ciudadanos para ejercicios de contacto directo, supuestamente para conocer necesidades y hasta para recabar ideas, pero en la realidad, las cosas son muy distintas y todo se reduce a la triste práctica de la simulación.
Porque muchos funcionarios venales solo simulan escuchar al pueblo, cuando lo único que pretenden es dar la impresión que lo toman en cuenta, para hacer lo que les viene en gana y justificar con este argumento, sus arbitrariedades.
Y por desgracia para Progreso, es preciso decirlo, el anterior es el caso y la lamentable conducta del alcalde, Julián Zacarías Kuri, que de manera teatral se aviene a descender del Olimpo y otorgar a sus gobernados (a los que tanto desprecia), de manera magnánima, la gracia de dejarse ver en la calle y convocarlos al Parque Independencia, para un supuesto ejercicio de diálogo.
Huelga decir que convoca a la gente, como si fuera todopoderoso y omnipotente, anunciando que estará para atender a los ciudadanos, resaltando su figura y ninguneando a sus colaboradores y funcionarios, que de esta manera, valen menos que un cero a la izquierda, al menos para el criterio del alcalde.
Otra más de las falacias y mentiras de Julián. La verdad es que convoca a la gente, para que cuando haga lo que le venga en gana, se le ocurra o necesite para su beneficio, pueda justificarlo diciendo que lo hizo, a petición expresa del pueblo, que así se lo solicitó y casi se lo suplicó.
¿Entienden la trampa? Habría que ser ciego para no percatarse de ello, pues es tan evidente que salta a la vista.
La solución es simple: no prestarse al juego de Julián y dejarlo solo, toda vez que es más que claro advertir que el alcalde, promete mucho, pero no cumple nada. Basta para ello, observar las deplorables condiciones en las que se encuentra la ciudad. Ojalá los progreseños no se dejen engañar y no se presten a las triquiñuelas de este mentecato.
Seguimos pendientes…