Yucatán

Los delirios de grandeza de Julián

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Algunas personas para tratar de disimular sus traumas y complejos, tienen ínfulas de superioridad y delirios de grandeza, tratando de demostrar a la gente que son figuras poderosas e influyentes.

En su pequeñez e ignorancia, tales personajes atropellan y pasan por encima de convenciones y ceremoniales, poniendo de manifiesto su ignorancia y su carencia no sólo de sentido común, sino también su escaso roce social.

Tal es el caso de Julián Zacarías Kuri, alcalde de Progreso, un oportunista que de manera fortuita accedió a ser primer edil porteño y que en la ceremonia del grito de Independencia, evidenció su crasa ignorancia y lo zafio que es, al dar vivas a la libertad del estado de Yucatán y al municipio que por desgracia, le toca en suerte gobernar.

Y es que nunca, bajo ninguna circunstancia, entre los vítores de la ceremonia del grito de Independencia, se encuentra alguno que aluda a la condición político-administrativa de nuestra entidad federativa o al municipio progreseño.

Solo que Julián para dar rienda suelta a sus delirios de grandeza, dejó salir las exclamaciones de su ronco pecho, para que se vea que son sus chicharrones los que truenan.

Tan que es así, que indicando que emulaba al Padre de la Patria, acudió a los calabozos municipales a liberar presos que hubieran sido detenidos por faltas administrativas menores, como para que se diga, que fue por su generosidad que se les liberó, a ejemplo de los insurgentes.

Porque en aras de figurar en las novedades de las redes sociales, Julián es capaz de realizar cualquier aberración o indignidad, incluyendo recomendar la adopción canina.

Por otro lado, el flamante alcalde reelecto de Progreso, presumió la entrega de seis cuatrimotos a la corporación municipal de seguridad pública, aclarando que dos unidades serán para la policía turística y cuatro lo serán para una instancia dizque ecológica de la corporación.

Suponemos en mérito de la amplitud del territorio municipal, estas unidades no serán suficientes para garantizar la seguridad y la integridad de la ecología porteña, pero en cambio podrán significar una considerable fuente de ingresos de dudosa moralidad, si como se afirma, el alcalde utiliza a los elementos encargados de la seguridad pública, para la extorsión, el chantaje y la intimidación a la ciudadanía y a los visitantes.

Y para ratificar que no son muy buenas las intenciones que invaden al alcalde progreseño, no es casualidad que haya entregado veinte juegos de equipos tácticos antidisturbios, que no hay que ser un genio para suponer que se usarán para reprimir a la ciudadanía, si acaso se le ocurre protestar contra el orden de cosas que prevalece.

La fórmula de gobierno de la administración que encabeza Julián Zacarías es muy simple: populismo barato y si no funciona, garrote vil. Eso es lo que le espera a los progreseños en los próximos tres años y a las pruebas nos remitimos. El tiempo nos dará, de manera inevitable, la razón.

Seguimos pendientes…

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