¿Trump prepara un golpe de estado institucional en Estados Unidos?
1.-Plan de golpe y fracaso
En junio del 2020, seis meses después de la advertencia de sus asesores de que podría perder las elecciones presidenciales por su desastroso manejo de la pandemia, Trump finalmente entendió que estaban en lo cierto. Que la oligarquía binaria estadounidense (demócratas-republicanos) se estaba reunificando en una gran alianza política para expulsar al populismo tóxico, que de manera creciente afectaba intereses vitales políticos, económicos y de dominación cultural del sistema.
La reacción de Trump fue el diseño de un golpe de Estado institucional, basado en los modelos clásicos del golpe de Estado de Maduro en Venezuela, Mussolini en Italia y Hitler en Alemania. La secuencia de operaciones del plan descansaba sobre tres ejes: 1. El descrédito público sistemático del proceso electoral, aprovechando su naturaleza clasista profundamente anti-democrática y plutocrática; 2. La obstrucción sistemática de la “transición pacífica” del poder en caso de perder el voto popular; 3. La transformación de la democracia formal liberal en un régimen absolutista de tipo Maduro en Venezuela, si su putsch (golpe) triunfaba.
La autopsia, el examen post mortem de la operación del putsch, revela que Trump perdió siete batallas claves y que su derrota final es resultado de su ignorancia de no entender que las Fuerzas Armadas son el último decisor en toda transformación social. Las armas, la ultima ratio regis, dicen la palabra final en toda transformación social.
El primer fracaso fue la votación popular que neutralizó la pretendida deslegitimización del proceso electoral. Esta fase, de junio 2020 hasta el 3 de noviembre, se basó en la mentira de Trump, que la votación por correo (mail-in voting) no era confiable: que se trataba de un intento demócrata para “robar las elecciones” (steal the election). En julio, junto con el Postmaster General Luis DeJoy, uno de los contribuyentes principales a su campaña electoral, Trump trató de subvertir la logística del servicio postal para privar los votantes de sus derechos electorales (disenfranchisement). Este sabotaje fue neutralizado en agosto por la opinión pública y la resistencia de los demócratas.
Ante el revés sufrido, Trump arreció su propaganda anti-electoral, negándose coram publico (sept. 23) a garantizar la “transferencia pacífica del poder” a Biden, en caso de su derrota. Esta fue su primera advertencia pública de que estaba dispuesto a usurpar el poder según el paradigma de Maduro, Mussolini y Hitler.
El segundo contratiempo de Trump se produjo el 8 de diciembre, el día del safe harbor, como es conocido en el discurso político constitucional estadounidense. El “puerto seguro” se refiere a la fecha límite que tienen los Estados para certificar oficialmente los resultados definitivos del voto popular. Pese a los persistentes intentos de Trump de coaccionar a los funcionarios electorales estatales para desconocer el triunfo de Biden, no logró su objetivo. Salvo Wisconsin, pendiente de una querella judicial de Trump, todos los estados cumplieron con la fecha y certificaron, que Joe Biden había ganado el sufragio con una mayoría de 7 millones de votos. Wisconsin confirmó pocos días después
4. La Corte Suprema, 11 de diciembre
Ante el nuevo (tercer) revés, Trump movilizó a su falange golpista para revertir la voluntad popular mediante la Corte Suprema. Su esperanza era alta, porque seis de sus nueve miembros son “conservadores” (reaccionarios), con tres de ellos nombrados por Trump mismo. La demanda presentada por el estado de Texas y apoyada por 18 fiscales generales estatales republicanos, 106 miembros republicanos del Congreso y la Casa Blanca, solicitaba invalidar los resultados electorales en los swing states de Georgia, Michigan, Pennsylvania y Wisconsin, antes de que sesionara el Colegio Electoral, el 14 de diciembre.
El 11 de diciembre, la Corte Suprema rechazó unánimemente la moción de Texas por falta de méritos constitucionales: “The State of Texas’s motion…is denied for lack of standing under Article III of the Constitution. Texas has not demonstrated a judicially cognizable interest in the manner in which another State conducts its elections. All other pending motions are dismissed as moot.“
El brusco rechazo del Supreme Court dejó claro que las desesperadas demandas legales de Trump no tenían posibilidad alguna de anular los resultados electorales vía el sistema judicial. Trump dirigió, entonces, sus esfuerzos hacia el Electoral College, que en 2016 le había permitido usurpar anti democráticamente la presidencia.
5. El Colegio Electoral, 14 de diciembre
En 2016, pese al apoyo del director de la policía política del régimen (FBI), James Comey, Trump perdió el sufragio popular con más de tres millones de votos frente a Hillary Clinton. ¿Con qué pirotécnica electoral se logró convertir, entonces, al perdedor de las elecciones nacionales en el ganador de la Casa Blanca? La respuesta es evidente: el régimen oligárquico, que durante 240 años no ha permitido a los ciudadanos elegir directamente al presidente, que ellos quieran. El mecanismo de castración clasista de la voluntad popular usado se llama Electoral College: una institución feudal-oligárquica de 538 honorables seleccionados esencialmente por las nomenclaturas de los dos partidos, que escoge al futuro presidente. Su función es, como sentenciaba el primer Chief Justice del Supreme Court, el esclavista John Jay, nombrado a su cargo por el primer presidente estadounidense, el esclavista George Washington, “mantener la chusma a raya”. Fear of “mob rule” está en el ADN del sistema que hizo nacer históricamente al Colegio Electoral y Trump se benefició de ese ADN en 2016, cuando, pese a su derrota por tres millones de votos populares, obtuvo 306 votos de esta logia oficialista versus 232 de Clinton.
Sin embargo, el “milagro” electoral de 2016 no se repitió. Los electores escogieron a Biden presidente-electo para 2021-2024, con 306 votos en favor contra 232 de Trump. ¿Por qué no se repitió el fraude de 2016? Por dos razones: la diferencia del voto popular en favor de Biden fue mucho más grande que la de Clinton y la manu militari (Fuerza Armada) había dejado claro que no iba a aceptar una nueva manipulación del voto popular. Por eso, el Colegio Electoral, al igual que antes la Corte Suprema, no se atrevió a neutralizar el triunfo demócrata.
6. Ley marcial: golpe de Estado abierto, 17.12
Agotadas las vías del Safe haven, del Supreme Court y del Electoral College, Trump recurrió al golpe de Estado abierto vía la propuesta de declarar la ley marcial en los cuatro swing states y utilizar a las Fuerzas Armadas para organizar elecciones nuevas. La interpósita persona escogida para lanzar la propuesta de este sexto intento subversivo, fue el general Michael Flynn, ex Director de Inteligencia Militar (DIA) y ex Asesor de Seguridad Nacional de Trump, recientemente perdonado por el presidente, quien declaró en la televisora Newsmax: “He could use… military capabilities, and he could place those in states and basically rerun an election in each of those states…”
La respuesta de las Fuerzas Armadas fue inmediata y contundente, dentro de los planteamientos del ultimátum militar de la “acción colectiva” citado anteriormente. El Secretario del Ejército (McCarthy) y el Chief of Staff, James McConville, dijeron en un comunicado conjunto al día siguiente de la propuesta de Flynn/Trump, que “la Fuerza Armada de Estados Unidos no tiene ningún papel en la determinación de los resultados de una elección en Estados Unidos: there is no role for the U.S. military in determining the outcome of an American election”.
7. El Congreso y el recurso de Mussolini: 6 de enero
La última (séptima) posibilidad de Trump de apropiarse de las elecciones, es la sesión conjunta del Congreso el 6 de enero 2021, para contar los votos del Colegio Electoral.
La Constitución deja en manos del Congreso que los resultados sean definitivos antes del Día de la Inauguración, el 20 de enero. El artículo II de la Constitución establece que “El presidente del Senado, en presencia del Senado y la Cámara de Representantes, abrirá todos los certificados, y los votos serán contados”. Este es el dictamen definitivo sobre las elecciones y cada cuatro años es un simple protocolo de rutina. Pero este año, Trump trata de lograr que algunos de sus senadores objeten los resultados de la votación del Electoral College y que el vicepresidente Mike Pence viole la Constitución y vote contra Biden.
8. La Marcha por Trump, 5/6 de enero
Derrotado el coup d´etat de Trump en las seis batallas claves, incluyendo el voto popular, la Suprema Corte y el Colegio Electoral, el derrotado golpista recurre ahora a sus habituales métodos lumpen-chantajistas similares a los modelos de usurpación del poder del fascismo europeo: la Marcha fascista de Mussolini sobre Roma (1922) y el Putsch y la Machtergreifung (toma de poder) de Hitler. Para el 6 de enero, la falange de Trump está convocando a una especie de “Marcha sobre Washington”, llamada “March for Trump” y con el tema de “Stop the Steal“. Trump mismo convoca a la protesta tuiteando que será “very big” and “wild”.
9. La intervención militar, 3-6 de enero
Ante la insistencia golpista de Trump, quien ha ignorado las repetidas advertencias de los militares sobre su curso aventurero, el fin de semana el establishment militar lo advirtió por última vez que lo sacarán por la fuerza del poder, si sigue alimentando las flamas de la sedición y guerra civil.
Diez secretarios estadounidenses vivos de defensa publicaron el fin de semana una carta colectiva, afirmando que las elecciones y los tiempos de protestas han terminado. Pidieron una transición pacífica y profesional de poder al nuevo gobierno y advirtieron a todo funcionario civil o militar que interfiriera con la transición institucional, que se haría responsable de sanciones penales: “…any civilian and military officials who directed the use of the military to interfere in the electoral process would be held accountable, including potentially facing criminal penalties, for the grave consequences of their actions on our republic”.
10. It´s the military, stupid!
Con la postura de la Fuerza Armada, del Fiscal General, de la Suprema Corte y del Colegio Electoral definida, es obvio, que el golpe de Estado de Trump ha fracasado. Trump nunca entendió lo que otros canallas de la historia como Maduro, Mussolini y Hitler, sí entendieron: que ningún golpe de Estado puede ser exitoso si no cuenta con el apoyo de sectores decisivos de las Fuerzas Armadas. Ese fue el missing link en el engranaje conspirativo de Trump que condenó su proyecto subversivo al fracaso. Parafraseando a Clinton: “It´s the military, stupid!”.
11. Los buitres sobre el cadáver de Trump
Con tal correlación de fuerzas, los falangistas de Trump en el Senado y la Cámara de Diputados van a armar su reality show el 6 de enero en el Congreso. Pero no será más que un macabro vuelo de buitres sobre el cadáver político de Trump, realizado con miras hacia su propio futuro en el sistema. Esos clerical fascistas invertebrados ansiosos del poder, encabezados por el pelele petrolero de Texas, Ted Cruz, y el mercenario corporativo Mitch McConnell, no se atreverán a obstruir seriamente el ritual de ratificación de Biden, tal como quisiera su capo di capi (jefe máximo). Tratarán de avanzar sus acciones, procurando convencer a la manada electoral de Trump-Pavlov, que ellos son los legítimos herederos y futuros líderes de su tóxico animal Alpha para las elecciones presidenciales del 2024.
Será un digno cierre de campaña electoral para una “democracia” fundada por esclavistas y mercaderes capitalistas sobre el modelo del Imperio Romano, donde los dueños de la riqueza y de las espadas siguen teniendo la última palabra, mientras que los creyentes siguen orando a Dios que algún día los bendiga con el derecho de elegir democráticamente a su presidente.