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Nada que agradecer, nada que celebrar, fue el miedo a la derrota

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Apenas terminó ayer el mensaje de Mauricio Vila donde anunció que el reemplacamiento se pospone para 2022, miriadas de jilgueros a sueldo y panegiristas se desbordaron por las redes sociales hablando de empatía, agradeciendo al ejecutivo estatal su apoyo, celebrando su decisión y festejando la medida.

A este grado llega la sumisión y el fanatismo de los seguidores de Mauricio Vila

Siento decepcionar a los optimistas y llevar la contra a los panegiristas y las plumas a sueldo que Mauricio Vila paga con dinero nuestro y muy caro por cierto, pero la verdad es que no hay nada que agradecer y por ende, nada que festejar.

Veamos: postergar el reemplacamiento no implica motivo de agradecimiento alguno, de todos modos se han de pagar las placas a un precio desmesurado. Nótese que en 2022 Vila puede decir que va a ajustar los montos a la inflación y eventualmente podrían incluso aumentar.

Por otro lado, no hubo empatía alguna, porque no hubo descuento ni rebaja alguna en el cobro. Tendrá que pagarse exactamente lo mismo. Empatía habría sido que en vez de pagar 1500,se hubiera cobrado mil. Pero eso en Mauricio Vila es pedir peras al olmo.

Además no hay nada que agradecer, porque el anuncio no fue fruto de la sensibilidad y la buena voluntad del gobernador: la medida se logró a viva fuerza y a base de recordatorios familiares e improperios de los ciudadanos plasmados en las redes sociales y merced a la presión ejercida por un par de medios de comunicación que nunca se vendieron, ni cedieron en solicitar algo que debido a la crisis económica propiciada por la pandemia, resultaba de lógica elemental. Todo Yucatán sabe quienes son esos medios amigos del pueblo, no vaya a ser que hayan oportunistas que pretendan arrogarse méritos que no les competen.

Mauricio Vila no tomó la decisión por sensible, ni por generoso, ni por empatía, simplemente lo hizo por miedo, por elemental sentido común; al advertir el tono, la cantidad de improperios provocados por la furia popular y ante la contundencia de los argumentos que algunos medios aportamos y ante la cercanía de un proceso electoral, decidió hacer como que entendía y anunció la determinación. Pero es importante destacar que nada de esto habría pasado si no hubieran elecciones en puerta. No quiso Mauricio Vila cargar el estigma de ser el virus que provocó la debacle para el panismo (al parecer, ya es demasiado tarde, todo lo que toca, lo pudre), por eso reculó.

Así que no hay nada que festejar, nada que agradecer, nada que celebrar. Mauricio Vila se porta como el agiotista que amplía el plazo para no asfixiar a su deudor y continuar sangrándolo con sus cobros exagerados. El símil es exacto. No hubo bondad, ni sensibilidad, ni generosidad en la medida, todo es consecuencia de las conveniencias, del miedo y del cálculo.

Vila muestra con esto, la magnitud de su miedo y también la dimensión de la debilidad de su régimen, que ha resentido el rechazo social y la crítica constante de la prensa libre en Yucatán. Pone al descubierto la vulnerabilidad de su administración, que como todo régimen, no es capaz de resistir los golpes asestados por la ciudadanía de manera oportuna, a través de las redes sociales, que nuevamente demuestran su peso e influencia.

Por tanto, dan pena y risa esos paleros que se deshacen en loas, elogios y alabanzas y que incluso han llegado al colmo de la falta de dignidad creando unas placas donde le dicen gracias. Hay que ver hasta donde son capaces algunos de arrastrarse por unas migajas.

Entendamos que nada tenemos que agradecerle los yucatecos a Mauricio Vila, que solamente impidió que nos asfixiara la falta de circulante y que con su equivocada estrategia de reapertura económica y con la pésima conducción de la pandemia en materia de salud, se dispone a avalar y permitir un verdadero genocidio en perjuicio de los yucatecos más vulnerables, situación que no debemos perder de vista: a partir del 1 de septiembre, todos los contagios que ocurran y peor aún, todas las muertes que sucedan, deberán cargarse a la cuenta del gobernador del estado, que deberá responder y dar cuenta de ellas, ante la sociedad y ante la ley.

Toca al pueblo yucateco no dejarse engañar por las plumas a sueldo, pagadas desde palacio de gobierno, prepararse a rechazar en las urnas todo aquello que lleve el sello y la marca del gobernador y llegado el momento, aplicar los mecanismos legales que existan para no permitir queden impunes los crímenes perpetrados contra Yucatán y sus hijos.

Cada vez está más cerca el momento de ajustar las cuentas con Mauricio Vila. No caigamos en el juego de su corte de lambiscones, ni permitamos que nadie nos distraiga en el propósito de hacerle pagar en las urnas, todo el sufrimiento que nos debe.

Seguimos pendientes…

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