El Tratado de Libre Comercio, echado a perder por MORENA
Por Soraya Pérez Munguía (Diputada federal priista)
Después de desvelos y muchas horas de intenso trabajo, los Diputados Federales estábamos listos para discutir las reformas secundarias necesarias para armonizar nuestra legislación con el Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), un tema sumamente prioritario ya que encenderá un último motor para la recuperación económica de nuestro país; pero la cerrazón y necedad de Morena rompió el consenso.
El nuevo T-MEC es resultado del esfuerzo que se ha venido haciendo por muchos años, a través de diversas administraciones, y representaba una oportunidad histórica para la reactivación de la economía mexicana, que como todos sabemos, vive su peor momento. Se han perdido más de 12 millones de empleos y los pronósticos de crecimiento del Fondo Monetario Internacional aseguran que nuestra economía caerá más de 10% para finales de año. Con estos números tan sombríos, el T-MEC se vuelve el último motor económico para la reactivación, o en términos de coronavirus, el ventilador de la última línea.
Después de haber fungido como Enlace General de los Diputados Federales del PRI en las diversas mesas de negociación bicamerales, debo hacer un reconocimiento especial a Claudia Ruiz Massieu, quien condujo magistralmente los trabajos para que en medio de una discusión fast track se pudieran incorporar beneficios precisos en la generación de estadística de comercio exterior, protección a los derechos de autor y mejoras considerables a procedimientos estandarización, entre otros.
Quizás la más complicada fue la Ley de Protección a la Innovación Industrial, mi posición fue mantener un justo balance entre los derechos de propiedad intelectual y el bienestar socioeconómico que concede tales derechos exclusivos. Las autoridades estaban extrañamente herméticas en mantener candados para ampliar los periodos de las patentes de medicamentos producidos por las Big Pharma lo que hubiera resultado en fuertes limitantes para la entrada de genéricos al mercado nacional. Afortunadamente, el bloque opositor se mantuvo unido y se lograron cambios de la mayor trascendencia para que los mexicanos tengamos medicinas baratas tan rápido como se tienen en Estados Unidos y Canadá.
Reconozco también que la nueva Ley de Infraestructura de la Calidad es mucho más positiva con respecto al primer borrador que tuvimos. Los temas que quedaron pendientes fueron más por falta de conocimiento que de voluntad: 1) la terrible dispersión de las actividades ya que permite que haya varios organismos de estandarización en la misma rama o sector, imagínense el desorden de normas en el país, ¿cómo sabremos cuáles de éstas cumplen las prácticas internacionales y cuáles no? Y 2) la aceptación de resultados extranjeros, con lo que estaríamos aceptando cualquier norma privada sobre productos importados como obligatoria en México, lo que pondría en desventaja a la industria nacional.
Como Diputada Federal me he enfrentado una y otra vez a enormes desafíos legislativos, a la cerrazón de las autoridades, a la falta de experiencia y a mucha soberbia, pero debo reconocer que en esta ocasión el trabajo legislativo bicameral se mantuvo a la altura de lo que los ciudadanos demandan, incluso para una obsesiva como yo de la legalidad y el respeto a la pluralidad. Pero avergüenza reconocer que en Cámara de Diputados no hay altura de miras, no hay compromiso con México, no hay capacidad para tender puentes y prevalece la opacidad. No lo duden, el T-MEC era una oportunidad real para fortalecer la competitividad y el crecimiento económico, pero una vez más Morena lo echa a perder todo.