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Como al Tigre de Santa Julia

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Cristóbal nos agarró como al Tigre de Santa Julia. Nadie esperaba que un fenómeno de esta naturaleza nos afectara; por lo menos nadie lo tuvo pendiente, porque nadie nos advirtió.

La realidad es que siempre habían existido instancias gubernamentales encargadas de dar seguimiento puntual al clima, que se mantenían pendientes del estado del tiempo: la Comisión Nacional del Agua en el ámbito federal y en la vertiente estatal, Protección Civil.

Con la llegada de la Cuarta Transformación, la Comisión Nacional del Agua, ha dejado de cumplir con esta función de monitoreo, como también en el ámbito local, ha dejado de hacerlo Protección Civil, entidad que depende orgánicamente de la secretaría de gobierno, a cargo de la abogada María Fritz Sierra.

Desconocemos los motivos por los cuáles Protección Civil dejó de cumplir con su función de informar masivamente a la población de nuestra entidad, dando a conocer los riesgos y afectaciones que conllevaba la aparición de Cristóbal. La realidad es que cuando nos dimos cuenta, ya éramos víctimas de sus efectos y fue hasta entonces que reaccionamos.

Cristóbal fue tan solo una depresión tropical cuando se dejó sentir en nuestro territorio y miren como nos puso: de cabeza. Me pregunto que habría pasado, si hubiera sido tormenta tropical o ciclón; nos habría hecho polvo.

El gobernador tendría que propinar una severa llamada de atención a la secretaria general de gobierno y esta a la vez, hacer lo propio (quizá hasta destituir) al responsable del área de Protección Civil por no haber cumplido con su trabajo.

No estamos diciendo ninguna mentira, ni exageramos: la tarea de informar a la sociedad y tenerla sobre aviso en la trayectoria y efectos de Cristóbal, lo tomó a su cargo la Universidad Autónoma de Yucatán, que se esforzó por informar con oportunidad. Empero, es notorio que no se alcanzó el objetivo, pues a muchas localidades, el fenómeno las tomó completamente desprevenidas y esto no podemos achacarlo al confinamiento social provocado por la pandemia, sino a la falta de información oportuna. Esto no ocurría aunque a muchos no les agrade admitirlo, durante el periodo de Rolando Zapata Bello.

Y como no tuvimos información oportuna, no nos informamos, no tomamos previsiones y sobre la marcha, hubo que improvisar e implementar de última hora, diversos operativos, que fueron de desazolve, rescate, mantenimiento y reparación, amén de tener que habilitar de última hora albergues y proporcionar apoyo a la población afectada.

Mal, muy mal, estuvo la respuesta de nuestras autoridades estatales. Hasta el cuarto día y ante la comparación con Víctor Cervera, fue que Roger Torres reaccionó y sugirió al gobernador salir a remojar los Ferragamo. Hasta entonces, se movilizaron el PRI, algunos diputados, el senador Ramírez Marín, el PAN y algunas agrupaciones de servicio.

Hay que decir que no critico ni a los partidos políticos, ni a los legisladores o a las agrupaciones por reaccionar hasta entonces: se trata de instancias obligadas a llevar el ritmo de las instituciones, que deben normar su actividad. La obligación de anticiparse pertenece en exclusiva a las autoridades y es claro que esta vez no cumplieron.

No quisiera imaginar que pasaría con tan mala actitud si nos tocara padecer una afectación de gravedad. Esta temporada de huracanes promete ser particularmente intensa y debido que hace casi veinte años, no soportamos los efectos de fenómeno semejante, no podemos descartar que ocurra y es menester estar preparados.

Entendamos que las labores de auxilio son ocasiones para la solidaridad y la empatía, no momentos para el protagonismo ni el lucimiento. Las desgracias no son los mejores momentos para las fotos y si no somos capaces de tener la sensatez para recordarlo, la ciudadanía lo hará saber en las urnas.

Que el gobernador apriete clavijas y regañe con esos gritos monumentales que refiere la crónica palaciega escandalosa, a quien sea menester ahora y no cuando tengamos verdaderos motivos para quejarnos o para llorar. Porque si no se hace oportunamente, les garantizo que quien no lo haga, tendrá en breve, más de una razón para lamentarse. No soy pitoniso, pero les garantizo que ocurrirá.

Seguimos pendientes…

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