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Caos, saqueos y coronavirus

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Mientras el coronavirus parece avanzar hacia escenarios preocupantes por el número de contagios, otro devastador problema parece emerger consecuencia del temor, fragilidad y mucha avaricia.

Al vivir confinados en casa mientras la pandemia pasa, el mundo de lo virtual, el internet de las cosas y la conexión entre personas, han sido herramientas que en tiempo real y al instante acercaron diversas cuarentenas, personales o colectivas, para ser verdadera experiencia universal; sin embargo, la asequibilidad de estos medios son igualmente factor detonante del desorden y la fragmentación poniendo una cuota de desestabilización.

Diversos saqueos a tiendas, negocios y centros mercantiles son promovidos desde redes y grupos sociales. No se trata de la acción desesperada por hambre. Está comprobado que quienes actúan en estos robos, lo hacen para obtener todo, menos lo indispensable, añadiendo el ingrediente de la violencia. Son asaltos en hordas para salir cargados con electrodomésticos, dispositivos móviles, bebidas alcohólicas, artículos de lujo y ropa deportiva entre otras cosas. Los expertos en informática dicen quienes promueven estos delitos convocan a través de aplicaciones de mensajería y de redes sociales con perfiles, publicaciones, grupos y eventos azuzando la confusión, miedo y la avaricia consumada en acciones de rapiña.

Eventos similares fueron promovidos en 2019 a raíz del combate al huachicol y el consecuente desabasto de gasolina. El factor principal fue la difusión de mentiras, las llamadas fake news y de mensajes atemorizantes esparcidos que fueron reguero de pólvora. Sin comprobación alguna, hicieron que cientos de personas vivieron atemorizadas mientras otros se lanzaron sobre tiendas de autoservicio.

La situación actual parece ser más grave debido a la generalización de la enfermedad y donde muchos viven el estrés por cuidar la salud propia y la de seres queridos. Sin embargo, este fenómeno de los saqueos convocados por redes llama la atención porque hace de lo virtual una realidad que pone en dificultad a las autoridades.

¿Quiénes están detrás de estas convocatorias? ¿Grupos del crimen ocupados de sembrar el pánico como arma contra el Estado? ¿O es otra cosa? En general se coincide en afirmar que son pocas las cabezas identificadas con la promoción de estos ilícitos. Es más probable que los saqueadores, personas en su mayoría jóvenes, sean espontáneos y no miembros de alguna célula delictiva. El único beneficio es tener ganancias económicas o el lucro de los objetos robados aprovechando la especial vulnerabilidad social y miedo, pero que no deja de suscitar preguntas con relación al lucro que pudieran obtener quienes incitan al enardecimiento colectivo.

En 1930, José Ortega y Gasset parecía descifrar este problema que hoy se suma al de la pandemia en México. El autor de La rebelión de las masas indica que esta toma de poder se traduce en actos que van a consumar la invasión de lugares que antes eran reservados a las minorías acomodadas económicamente. Esta rebelión tiene al final un momento característico muy particular que es perfectamente descrito por el filósofo español: “Es que el alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el denuedo de afirmar el derecho de la vulgaridad y lo impone dondequiera”, idea potencializada en estos tiempos cuando los recursos tecnológicos permiten la libre justificación de lo que se cree como un falso derecho para atacar y robar la propiedad ajena.

Las masas, ese pueblo bueno que se percibe inmune a la pandemia, en la era de lo virtual se cree con el poder de ejercer lo que antes le estaba vedado, teniendo como detonador y aliado algo que en cualquier sociedad democrática es muy peligroso, el caos.

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